jueves, 21 de octubre de 2010

Remodelación del Gobierno

El presidente ha dado un vuelco a su Ejecutivo con tres hitos principales: asigna un papel todopoderoso a Alfredo Pérez Rubalcaba, que además de ministro del Interior será vicepresidente primero y portavoz (algo inédito hasta ahora); mantiene en su puesto a la vicepresidenta, Elena Salgado, lo que constituye una confirmación de la política económica; y apuesta por Valeriano Gómez, hombre próximo a los sindicatos, para dirigir el Ministerio de Trabajo tras la reforma laboral y la huelga general.


"El rumbo está trazado", proclamó ayer Zapatero para explicar las motivaciones del cambio, "pero hay que recorrerlo hasta el final. Hace falta un Gobierno renovado y políticamente reforzado. Será el Gobierno de las reformas, de la recuperación definitiva
de la economía y del empleo".

En la cúspide del nuevo Ejecutivo experto en comunicación se situará Rubalcaba, que ya fue portavoz del último Gobierno que presidió Felipe González hasta 1996. El ministro del Interior, cuyo ascenso no ha resultado ni inesperado ni sorprendente, mandaba hasta ayer más allá de las fronteras de su ministerio. Ahora, ese poder que atesoraba y ejercía desde la trastienda estará reconocido oficialmente con un cargo que le abre las puertas del segundo despacho con más poder en el palacio de la Moncloa y le sitúa como la imagen principal del Gobierno desde la Oficina del Portavoz. Rubalcaba será, en los próximos 17 meses, la muleta en la que se apoye un renqueante Zapatero para llegar con alguna esperanza de éxito a la cita electoral de marzo de 2012. Pero no solo eso.
Si el presidente decide en el tramo final de la legislatura que no optará a la reelección, Rubalcaba ha quedado señalado desde ayer como el primer candidato a la sucesión, para lo que contará con la poderosa ayuda del vicesecretario general y ministro de Fomento, José Blanco.
Nunca hubo un ministro o vicepresidente en la actual etapa democrática que reuniera tanto poder como el que Rubalcaba tendrá a partir de ahora. Un poder casi ilimitado para hacer frente a una situación de extrema debilidad, tanto en el Gobierno como en su partido, en un momento de especial trascendencia. Rubalcaba tiene por delante algunos retos que pueden contribuir a mejorar las expectativas electorales del PSOE, entre ellos, la recuperación económica, la creación de empleo y el fin de ETA, que parece cada día más próximo.
Junto a De la Vega abandonan el Gobierno Miguel Ángel Moratinos (Exteriores), Celestino Corbacho (Trabajo), Elena Espinosa (Medio Ambiente), Bibiana Aído (Igualdad) y Beatriz Corredor (Vivienda). Estas dos últimas se quedan como secretarias de Estado en los ministerios de Sanidad y Fomento, que recogen las competencias de los dos departamentos que desaparecen y que eran referentes simbólicos del presidente.
Moratinos, dolido y apenado por una decisión que no esperaba, deja su puesto en Exteriores a Trinidad Jiménez, la opción fracasada de Zapatero en las primarias socialistas de Madrid. Este traslado de Jiménez desde el Ministerio de Sanidad al de Exteriores se produce, según varios dirigentes, por el interés de abrir ese hueco en el Gobierno a Leire Pajín para sacarla del partido. El efímero mandato de Pajín como secretaria de Organización del PSOE se ha visto alterado por discrepancias con el vicesecretario general, José Blanco, y por algunas incomprensiones de otros dirigentes del partido.
El número tres del PSOE será a partir de ahora Marcelino Iglesias, el presidente de Aragón, que renunció a la reelección en su comunidad. Su buena relación con los barones del PSOE vaticina más calma interna dentro del partido.
El nombramiento menos esperado es el de Rosa Aguilar, la nueva ministra de Medio Ambiente, fichada en su día por el PSOE andaluz como consejera de Obras Públicas cuando, desde la alcaldía de Córdoba, era el principal símbolo de poder de IU en toda España. Con esta incorporación al Gobierno, Zapatero lanza la caña a caladeros de la izquierda que tenía abandonados y que necesita para ganar las próximas elecciones, el único objetivo del cambio.

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